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Consciente que contra el proceso revolucionario se preparaba una brutal reacción fascista, Allende se dispuso a enfrentarla con todas las fuerzas de su personalidad. Al despedir a Fidel Castro en el Estadio Nacional, el 2 de diciembre de 1971, cuando el fascismo lanzaba a las calles la provocación de las ollas vacías, de las el presidente juró ante su pueblo:

“Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defenderé esta revolución chilena y defenderé el gobierno popular, porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Solo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo.

...Se los digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengo pasta de apóstol, ni tengo pasta de mesías. No tengo condiciones de mártir. Soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado.

Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan: dejaré La Moneda cuan¬do cumpla el mandato que el pueblo me diera".
Y esa promesa fue cumplida el 11 de septiembre de 1973 con increíble heroísmo y sentido de la historia.

Al producirse el alzamiento militar, Allende se dirigió de inmediato al palacio de La Moneda, dispues¬to a resistir en este símbolo del orden constitucional, con el escudo de su fortaleza moral.,.

A sus leales compañeros que estaban junto a él en La Moneda, les dijo:
"Yo me quedo, siempre dije que saldría de aquí sola¬mente muerto..."

Ordenó a los hombres que no tuvieran armas y a las mujeres salir del palacio presidencial; nadie quiso obedecerle.

Los jefes del cuartelazo cercaron el viejo edificio y lo atacaron con fuego desde tierra y aire. En medio de la balacera y ante la terca decisión presidencial de no rendirse, los facciosos ofrecieron a Salvador Allende la posibilidad de salir al extranjero con su familia y colaboradores cercanos.
La respuesta del presidente fue rotunda:

"Yo no trato con traidores. Y, usted, general Pinochet, es un traidor".

Ante la insistencia del almirante Toribio Merino, reiteró conceptos semejantes:

"Rendirse es para los cobardes y yo no soy cobarde. Los verdaderos cobardes son ustedes que conspiran como los maleantes en la sombra de la noche".

La breve tregua que surgió a este comunicado fue aprovechada por el presidente para exigir a las mujeres obedecer sus órdenes, incluso las amenazó con sacarlas personalmente a la calle.

Se dirigió por teléfono al general Baeza para demandarle garantía para la salida de las mujeres:

"Aunque es usted un traidor, espero que no sea también un asesino de mujeres..."

Su hija Beatriz advirtió al Presidente: "Nos van a tomar como rehenes para chantajearte y obligarte a que te rindas..."

El Presidente, con una increíble resolución dio su respuesta:
"Si ellos, además de traidores las toman como rehenes, seré yo quien le pida las maten porque no me voy a rendir. Entonces la historia sabrá que su propio padre las mandó matar..."


Las mujeres, entre ellas Beatriz e Isabel, hijas del Presidente, salieron por fin de La Moneda.

A las 11:30 horas Pinochet comunicó al Presidente que La Moneda sería bombardeada si no se rendía in¬mediatamente.

La respuesta la conoce la historia a través de sus palabras:

"¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregaremos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.


Extraido de Salvador Allende Cercano de Alejandro Witker

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada día se enaltece mas la figura de este gran presidente