¿Realmente murió Pinochet?

Uno de los últimos dictadores y quizás el más controversial de América Latina, ha muerto. Personaje de un siglo intenso, desempeño mejor que nadie el papel dispuesto para continuar con nuestra historia.

En plena guerra fría en América Latina aparecen estos pintorescos personajes, militares ambiciosos, de lentes oscuros y bigote corto, apoyados por grandes potencias para implantar una ideología. A punta de armas, engaños y traiciones, crímenes y desapariciones.

A poco andar comienzan a lograr sus objetivos, objetivos impuestos, objetivos imperialistas.

De la universidad de los dictadores, él de nuestro país saldría con reconocimientos; su dictadura fue una de las más sangrientas, no respeto a mujeres, niños, ni ancianos. Hubo millones de torturados, miles de desaparecidos, atentados internacionales y muertos por montón.

No era solo matemos a fulanito, si no que explotemos su auto en la capital del mundo, no era disparemos de lejos, si no que degollamientos, no era torturémoslos para que hablen, si no que humillémoslos con las técnicas más vejatorias y abusivas existentes.

El señor Pinochet como buen alumno mateo siguió al pie de la letra su papel, aconsejado por Thatcher y Reagan permitiendo que en Chile se experimentara un modelo económico más tarde exportable a todo el mundo.

Modelo económico, que hoy nos pasa la cuenta, cuestionado y poco funcional, marca aun más las brechas sociales, y hace que las corporaciones privadas se adueñen del planeta.

Como todo dictador, además de traje militar intacto, de voz firme, de ironía y sentido del humor, este también cumplia con eso de tener amistades mafiosas, cuentas bancarias secretas, identidades falsas y lingotes de oro escondidos en bancos exóticos.

Se dice que un buen dicatador es aquel que no se arrepiente por nada y que no es encontrado culpable, y en un país donde la justicia no funciona, con más de 400 querellas en su contra Pinochet salió invicto por más que la justicia internacional estuviera tras él. en nuestro país con ese afán conciliador y nacionalista, lo trajeron de vuelta del único lugar donde pudo habérselo condenado.

Otra cosa que lo diferencio del resto fue su astucia para dejar todo atado, en este “acuerdo” a puerta cerradas con la concertación y a espaldas del pueblo, forma tan a la chilena de actuar, todo muy estudiado y muy pactado, que no se note desorden, con esas formas tan controladas y comedidas que se tiene de proceder, se dio paso a la “transición democrática” una transición bien a la chilena, con mucha vista gorda, con varias cosas que ocultar, donde como gesto simbólico Pinochet entrego el poder, en la figura de una banda presidencial y entregándole personalmente la piocha de O´Higgins a Aylwin, por más que saliera caminando despidiéndose de la gente del congreso, Pinochet partía invicto ostentando una cuota de poder auto impuesta y firmada por él en la constitución del 80, controlando como una sombra insoslayable todo el país, seguro que no hay hoja que se mueva sin su voluntad, voluntad que quedó plasmada con su puño y letra, en una constitución manchada con sangre.

Por todo esto es que Pinochet paso a ocupar el lugar de celebridad entre los dictadores del mundo, por que incluso ahora después de muerto seguirá presente.

Con la muerte de Pinochet no acaba nada, esto recién comienza, que se siga investigando y que caigan todos sus colaboradores, cómplices de una dictadura, torturadores y asesinos que siguen ostentando puestos públicos.

Que se sepan donde están los desparecidos.

Que se devuelvan los lingotes de oro y todo el dinero a las arcas fiscales.

Y para que de una vez por todas demos vuelta la pagina de la era Pinochet, establecer una nueva constitución, abajo el binominal, la loce, el codigo del trabajo y otras cuantas más… Solo ahí podremos decir por fin… Pinochet ha muerto.